20070723

Cap 1.2 Salida

Para llegar a la escotilla tardó media hora, tuvo que colarse entre tubos, cables y conexiones, al parecer no había mayor interés en todo el vasto mundo de seguir colaborando con los colonos marcianos. Al despegue no llegó la prensa, tan solo un puñado de familiares estaban en las inmediaciones rondando, que se habían quedado bajo un cobertizo escondiéndose de una fina lluvia que caía desde hace unos tres días, vieron pasar el transporte y perdieron la oportunidad de acercarse al futuro administrador de las colonias. A última hora una niña se alejó del grupo y corrió al portón principal con la intención de entregarle algo al famoso administrador, la seguridad del complejo no la dejó pasar, pero les llamó la atención lo que llevaba en la mano, un libro de carpeta negra, con unas iniciales en su costado y un cuadro en el frente. No dieron mayor importancia al suceso, de hecho, el administrador nunca se dio cuenta del obsequio de la chiquilla, ni lo que contenía ese libro, que a pesar de las normas de digitación universal, el texto no aparecería en ningún banco de datos, ni de aquí ni de ninguna estación espacial o mundo colonizado.

Cuando el administrador cerró de golpe la escotilla y los sellos de presión se activaron, se colocó los cinturones que lo sujetaban al sillón, para entonces ya era demasiado tarde, no había retorno, sostuvo la respiración y vió el suelo desaparecer entre un remolino de polvo.

Luego del despegue los familiares de los colonos regresaron en fila hasta el pórtico del submetro más cercano, la niña contemplaba las ilustraciones del misterioso libro, eran a mano, toda una excentricidad para entonces. Un familiar al notarlo reprendió a la muchachita, y esta de un salto ocultó el texto hasta el fondo de un saco.

20070716

Cap 1.1: El inicio de la estirpe

Cerró sus ojos, trató de dormir, giró unas veinte veces antes de concluir que su ansiedad era la responsable de su insomnio, en pocas horas estaría siendo disparado al espacio en dirección al planeta rojo, para este momento su idea progresista se había diluido como acuarela que soporta una llovizna, Marte era un desastre, el astro rojo no lo esperaba con sus brazos abiertos, los colonos de tres regiones marcianas habían tenido serios problemas, los vientos aun soplaban con fuerza y la siembra dentro de los geodomos se había echado a perder de forma misteriosa, ninguna planta de maíz o papa había sobrevivido a la peste. Al final se tuvo que importar comida desde la Tierra, ahí se arrastraron los colonos a recoger las pocas cápsulas de víveres, la terraformacion no se estaba llevando como lo habían planeado.
Siguió con sus ojos cerrados, pero nunca llegaba el sueño, el título del primer administrador marciano le quedaba grande, no tenía ni la menor idea que su condición de autoridad en el mundo rojo era el primero de una larga línea de corrupción y desastre.

20070713

Cap 1.0: Ciudad y Furia Roja


Para este tiempo la ciudad había perdido el orden introducido por algún adelantado conquistador, las cuadrículas urbanas originales se fundieron bajo marañas de cientos de miles de construcciones extras, que pretendiendo economizar, tan solo añadían uno o dos pisos, o tres pisos o cuarenta pisos a la andanada de edificios, fábricas y apartamentos, hechos y derechos de puro concreto visto, pintando un solo cuadro; el caos, o como sea, según la mirada modernista del observador, quien desde detrás del cristal constataba que el horizonte se reventaba con el cielo, evidenciando las enormidades del imperio humano, ahí de pie, en su habitación, sobre el fulgor del estallido urbano, se repetía una y otra vez;
¿Quién sino nosotros, los embajadores de la inteligencia y del perfeccionamiento, somos los elegidos por el destino para someter a la naturaleza?, si alguien hubiera entrado de improviso al aposento en esos momentos, hubiera notado, de no ser percibido por el rabillo del ojo del extraño hombre que hablaba consigo mismo, que este se cautivaba con las lejanas luces que sobre el horizonte apenas se dejaban apreciar. Luces más distantes que los resplandecientes vehiculos que planeaban sobre la metrópoli. Tal cual fueran moscas sobre un animal muerto.
Las notables luminarias que nuestro hombre aguzaba, se encontraban mucho más lejos que cualquier ciudad humana, eran los astros del cielo, de los cuales, uno en especial era el centro de su contemplación, uno rojo, más pequeño que el mundo humano, pero extraordinariamente salvaje, era Marte.