20070713

Cap 1.0: Ciudad y Furia Roja


Para este tiempo la ciudad había perdido el orden introducido por algún adelantado conquistador, las cuadrículas urbanas originales se fundieron bajo marañas de cientos de miles de construcciones extras, que pretendiendo economizar, tan solo añadían uno o dos pisos, o tres pisos o cuarenta pisos a la andanada de edificios, fábricas y apartamentos, hechos y derechos de puro concreto visto, pintando un solo cuadro; el caos, o como sea, según la mirada modernista del observador, quien desde detrás del cristal constataba que el horizonte se reventaba con el cielo, evidenciando las enormidades del imperio humano, ahí de pie, en su habitación, sobre el fulgor del estallido urbano, se repetía una y otra vez;
¿Quién sino nosotros, los embajadores de la inteligencia y del perfeccionamiento, somos los elegidos por el destino para someter a la naturaleza?, si alguien hubiera entrado de improviso al aposento en esos momentos, hubiera notado, de no ser percibido por el rabillo del ojo del extraño hombre que hablaba consigo mismo, que este se cautivaba con las lejanas luces que sobre el horizonte apenas se dejaban apreciar. Luces más distantes que los resplandecientes vehiculos que planeaban sobre la metrópoli. Tal cual fueran moscas sobre un animal muerto.
Las notables luminarias que nuestro hombre aguzaba, se encontraban mucho más lejos que cualquier ciudad humana, eran los astros del cielo, de los cuales, uno en especial era el centro de su contemplación, uno rojo, más pequeño que el mundo humano, pero extraordinariamente salvaje, era Marte.