
Sentado se quedó viendo las luces en los tableros digitales, las máquinas abrieron la vitrina para el sueño criogénico de varios meses, y le ofrecieron en una pantalla que bajó entre tubos y cables una variada selección de sueños. El administrador tenía helado el cuerpo, a pesar de ello se desvistió completamente y se acomodó dentro de la acolchada cápsula criogénica, de nuevo sintió frío y estuvo temeroso de dormir casi congelándose, en ese momento se prendió la calefacción del sistema, para darle la artificial sensación que regresaba al vientre materno, así estuvo por unos minutos, vió que afuera de la vitrina las luces comenzaban a apagarse, una por una, y los sonidos se hacían cada vez más distantes, el cojín de la cápsula comenzó a desvanecerse a sus espaldas, poco a poco, entró al sueño, las máquinas son bastante diestras en esto de manejar la interfase de realidad y sueño, que confunde a los hombres los cuales comienzan a soñar sin considerar aún cerrar los ojos, así es el sueño inducido, llega de repente y repta por la conciencia como el atardecer a la noche, la cual no es un corte que viene de improvisto. Así como la noche llega lentamente y se funde con el día, así sucede con el sueño artificial. Las fantasías comienzan a tomar forma, ya se dio cuenta el administrador que no seleccionó su opción de sueño, no importa, las máquinas lo harán por el.